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Otros Cuadernos de Saramago

Otros Cuadernos de Saramago

31 Dic, 2008

Israel

No es el mejor augurio que el futuro presidente de Estados Unidos repita una y otra vez, sin que le tiemble la voz, que mantendrá con Israel la “relación especial” que une los dos países, en particular el apoyo incondicional que la Casa Blanca dispensa a la política represiva (represiva es decir poco) con que los gobernantes (¿y porqué no también los gobernados?) israelíes han venido martirizando por todos los modos y medios al pueblo palestino. Se a Barack Obama no le repugna tomar su té con verdugos y criminales de guerra, buen provecho le haga, pero que no cuente con la aprobación de la gente honesta. Otros presidentes colegas suyos lo hicieron antes sin necesitar otra justificación que la tal “relación especial” con la que se da cobertura a cuantas ignominias fueron tramadas por los dos países contra los derechos nacionales de los palestinos.A lo largo de la campaña electoral Barack Obama, ya fuera por vivencia personal o por estrategia política, supo dar de sí mismo la imagen de un padre dedicado. Eso me permite sugerirle que le cuente esta noche una historia a sus hijas antes de que se duerman, la historia de un barco que transportaba cuatro toneladas de medicamentos para socorrer a la población de Gaza en la terrible situación sanitaria en que se encuentra, y que ese barco, Dignidade era su nombre, ha sido destruído por un ataque de fuerzas navales israeliés con el pretexto de que no tenía autorización para atracar en sus costas (creía yo, ignorante redomado, que las costas de Gaza eran palestinas…) Y que no se sorprenda si una de las hijas, o las dos a coro, le dicen: “No te canses, papá, ya sabemos qué es una relación especial, se llama complicidad en el crimen”.

ninasLos cadáveres de cinco hermanas palestinas de 4 a 17 años muertas en el bombardeo nocturno israelí a una mezquita del campo de refugiados de Yabalia yacen en la morgue de un hospitalAgencia France Press - Publicada en El País - 2008-12-27

cartoonEl RotoPublicada en El País - 30 - 12- 2008

30 Dic, 2008

Libro

Estay dándole vueltas a un nuevo libro. Cuando, en medio de una conversación, dejo caer la noticia, la pregunta que me hacen es inevitable (mi sobrino Olmo me la hizo anoche): ¿y cuál será el título? La solución más cómoda para mí sería responder que todavía no lo tengo, que necesito llegar al final para decidir entre las posibilidades que se me vayan presentando (suponiendo que fuera así) durante el trabajo. Cómoda, sin duda alguna, pero falsa. La verdad es que aun no había sido escrita la primera línea del libro y yo ya sabía, desde casi tres años antes (cuando la idea surgió), como se iba a llamar. Alguien podría preguntar: ¿por qué ese secreto? Porque la palabra del título (es solo una palabra) contaría, por sí misma, toda la historia. Suelo decir que quien no tenga paciencia para leer mis libros, que pase los ojos al menos por los epígrafes porque así lo sabrá todo. No sé si el libro en que estoy trabajando llevará epígrafe. Talvez no. El título bastará.
29 Dic, 2008

Cuñados

Son perfectos. En fin, casi. Hablan alto y sin descanso, les apasiona la discusión por la discusión, son muchas veces sectarios, violentos de palabras, en cualquier caso más en la forma que en el fondo. Las mujeres, que son cinco, hacen tanto ruido, si no más que los hombres, que son diez. Para ellos y para ellas ningún asunto queda alguna vez suficientemente debatido. Nunca desisten. La pronunciación granadina convierte con frecuencia en ininteligible lo que dicen. No importa. Aunque yo tenga mis dudas, afirman que se entienden unos a los otros perfectamente. Tienen un sentido del humor particular que muchas veces me sobrepasa y que con frecuencia hace que me pregunte a mí mismo donde estaba la gracia. Los novios y las novias, los esposos y las esposas, grupo en que estoy incluido, asisten estupefactos, y, como no pueden vencerlos, acaban juntándose al coro, excepto en algún raro caso que se prefiere el discreto silencio. En veinte años nunca he visto que de estas discusiones resulte una pelea, un conflicto que necesite consejo de familia y reconciliación. Por más que haya llovido y tronado antes, el cielo siempre acaba limpio de nubes. Perfectos no serán, pero buena gente, sí.
25 Dic, 2008

Cena

Hace muchos años, nada menos que en 1993, escribí en los “Cuadernos de Lanzarote” unas cuantas palabras que hicieran las delicias de algunos teólogos de esta parte de la Península, especialmente Juan José Tamayo, que desde entonces, generosamente, me dio su amistad. Fueron estas: “Dios es el silencio del universo, y el hombre el grito que da sentido a ese silencio”. Reconózcaseme que la idea no está mal formulada, con su “quantum satis” de poesía, su intención levemente provocadora y el subentendido de que los ateos son muy capaces de aventurarse por los escabrosos caminos de la teología, aunque sea elemental. En estos días en que se celebra el nacimiento de Cristo, otra idea me ha acudido, talvez más provocadora aún, incluso podría decir que revolucionaria, y que en poquísimas palabras se puede enunciar. Helas aquí. Si es verdad que Jesús, en la última cena, dijo a los discípulos, refiriéndose al pan y al vino que se encontraban sobre la mesa: “Este es mi cuerpo, esta es mi sangre”, entonces no será ilegítimo concluir que las innumerables cenas, las pantagruélicas comilonas, las panzadas homéricas con las que millones y millones de estómagos tienen que habérselas tratando de esquivar los peligros de una indigestión fatal, no serán nada más que la multitudinaria copia, al mismo tiempo efectiva y simbólica, de la última cena: los creyentes se alimentan de su dios, lo devoran, lo digieren, lo eliminan, hasta la próxima navidad, hasta la próxima cena, con el ritual de un hambre material y mística siempre insatisfecha. A ver ahora qué dicen los teólogos.
24 Dic, 2008

Un año después

“Morí” en la noche del 22 de diciembre de 2007, a las cuatro horas de la madrugada, para “resucitar” solo nueve horas después. Un colapso orgánico total, un paro de las funciones del cuerpo, me llevaron al último umbral de la vida, ahí donde ya es demasiado tarde para despedidas. No recuerdo nada. Pilar estaba allí, estaba también María, mi cuñada, una y otra delante de un cuerpo inerte, abandonado de todas las fuerzas y donde el espíritu parecía haberse ausentado, que más tenía ya de irremediable cadáver que de ser viviente. Son ellas quienes me cuentan hoy lo que fueran aquellas horas. Ana, mi nieta, llegó en la tarde del mismo día, Violante al siguiente. El padre y abuelo todavía era como la pálida llama de una vela que amenazaba extinguirse con el soplo de su propia respiración. Supe después que mi cuerpo sería expuesto en la biblioteca, rodeado de libros y, digámoslo así, otras flores. Escapé. Un año de recuperación, lenta, lentísima como me avisaron los médicos que tendría que ser, me devolvió la salud, la energía, la agilidad de pensamiento, me devolvió también ese remedio universal que es el trabajo. En dirección, no a la muerte, sino a la vida, hice mi propio “Viaje del elefante”, y aquí estoy. Para servirles.
23 Dic, 2008

...

NatalNatal. Na província neva.Nos lares aconchegadosUm sentimento conservaOs sentimentos passados.Coração oposto ao mundo,Como a família é verdade!Meu pensamento é profundo,Por isso tenho saudade.E como é branca de graçaA paisagem que não sei,Vista de trás da vidraçaDo lar que nunca terei!Fernando Pessoa
22 Dic, 2008

Gaza

La sigla ONU, todo el mundo lo sabe, significa Organización de Naciones Unidas, es decir, a la luz de la realidad, nada o muy poco. Que lo digan los palestinos de Gaza a quienes se les están agotando los alimentos, o se les han agotado ya, porque así lo ha impuesto el bloqueo israelí, decidido, por lo vistos, a condenar al hambre a las 750 mil personas registradas allí como refugiados. Ni pan tiene ya, la harina se ha acabado, y el aceite, las lentejas y el azúcar van por el mismo camino. Desde el día 9 de diciembre los camiones de la agencia de Naciones Unidas, cargados de alimentos, aguardan a que el ejército israelí les permita la entrada en la faja de Gaza, una autorización una vez más negada o que será pospuesta hasta la última desesperación y la última exasperación de los palestinos hambrientos. ¿Naciones Unidas? ¿Unidas? Contando con la complicidad o la cobardía internacional, Israel se ríe de recomendaciones, decisiones y protestas, hace lo que viene en gana, cuando le viene en gana y como le viene en gana. Ha llegado hasta el punto de impedir la entrada de libros e instrumentos musicales como si se tratase de productos que iban a poner en riesgo la seguridad de Israel. Si el ridículo matara no quedaría de pie ni un solo político o un solo soldado israelí, esos especialistas en crueldad, esos doctorados en desprecio que miran el mundo desde lo alto de la insolencia que es la base de su educación. Comprendemos mejor a su dios bíblico cuando conocemos a sus seguidores. Jehová, o Yahvé, o como se le diga, es un dios rencoroso y feroz que los israelíes mantienen permanentemente actualizado.
18 Dic, 2008

Editores

Voltaire no tenía agente literario. No lo tuvo él ni ningún escritor de su tiempo y de otros tiempos más. El agente literario simplemente no existía. El negocio, se así quisiéramos llamarlo, funcionaba con dos únicos interlocutores, el autor y el editor. El autor tenía la obra, el editor los medios para publicarla, ningún intermediario entre uno y otro. Era el tiempo de la inocencia. No quiere decir esto que el agente literario haya sido y siga siendo la serpiente tentadora nacida para pervertir las armonías de un paraíso que, verdaderamente, nunca existió. Sin embargo, directa o indirectamente, el agente literario ha sido el huevo que ha puesto una industria editorial mucho más preocupada con el descubrimiento en cadena de best-sellers que con la publicación y la divulgación de obras de mérito. Los escritores, gente en general ingenua que fácilmente se deja engañar por un agente literario tipo chacal o tiburón, corren tras promesas de voluminosos anticipos y de promociones planetarias como si de eso dependiese su vida. Y no es así. Un anticipo es simplemente un pago a cuenta, y, acerca de la promoción, todos tenemos la obligación de saber, por experiencia, que las realidades se quedan casi siempre más acá que las expectativas.Estas consideraciones no son nada más que una modesta glosa a la excelente conferencia que pronunció Basilio Baltasar a finales de noviembre en México bajo el título de “La deseada muerte del editor” y que era una respuesta a una entrevista que el famoso agente literario Andrew Willie había concedido a El País. Famoso, digo, aunque no siempre por las mejores razones. No me atrevería, ni sería éste el lugar adecuado, a resumir el pertinente análisis de Basilio Baltasar a partir de la estulta declaración del tal Willie de que “El editor es nada, nada”, que me recuerda las palabras de Roland Barthes cuando anunció la muerte del autor… Al final, el autor no murió, y el resurgimiento del editor amante de su trabajo está en las manos del editor, si así lo quiere. Y también en las manos de los escritores a los que vivamente recomiendo la lectura del texto de Basilio Baltasar, que tendrá que publicar, y un debate a continuación.
17 Dic, 2008

Palabras

No puede haber conferencia de prensa sin palabras, normalmente muchas, algunas veces demasiadas. Pilar insiste en recomendarme que dé respuestas breves, fórmulas sintéticas capaces de concentrar largos discursos que estarían fuera de lugar. Tiene razón, pero mi naturaleza es otra. Pienso que cada palabra necesita siempre por lo menos de otra que le ayude a explicarse. La cosa ha llegado a tal punto que, desde hace un tiempo hasta ahora, logro anticiparme a las preguntas que supuestamente me harán, procedimiento facilitado por el conocimiento previo que vengo acumulando acerca del tipo de asuntos que a los periodistas más les suelen interesar. Lo divertido del caso está en la libertad que asumo al iniciar una exposición de esas. Sin tener que preocuparme con los encuadramientos temáticos que cada pregunta específica necesariamente establecería, aunque no fuese esa su intención declarada, lanzo la primera palabra, y la segunda, y la tercera, como pájaros a los que se les abre la puerta de la jaula, sin saber muy bien, o sin saberlo del todo, hacia donde me llevarán. Hablar se convierte entonces en una aventura, comunicar se convierte en la búsqueda metódica de un camino que me acerca a quien esté escuchando, teniendo siempre presente que ninguna comunicación es definitiva e instantánea, que muchas veces es necesario volver atrás para aclarar lo que solo sumariamente ha sido enunciado. Pero lo interesante de todo esto es descubrir que el discurso, en lugar de limitarse a iluminar y dar visibilidad a lo que yo mismo creía saber acerca de mi trabajo, acaba invariablemente revelando lo oculto, lo apenas intuido o presentido, que de repente se transforma en una evidencia irrefutable de la que soy el primero en sorprenderme, como alguien que estaba en lo oscuro y acaba de abrir los ojos hacia una súbita luz. En fin, voy aprendiendo con las palabras que digo. He aquí una buena conclusión, talvez la mejor, para este discurso. Finalmente breve.
16 Dic, 2008

El golpe final

La risa es inmediata. Ver al presidente de Estados Unidos encogiéndose tras un micrófono mientras un zapato vuela sobre su cabeza es un excelente ejercicio para los músculos de la cara que controlan la carcajada. Este hombre, famoso por su abisal ignorancia y por sus continuos dislates lingüísticos, nos ha hecho reír muchas veces durante los últimos ocho años. Este hombre, también famoso por otras razones menos atractivas, paranoico contumaz, nos ha dado mil motivos para que lo detestásemos, a él y a sus acólitos, cómplices en la falsedad y en la intriga, mentes pervertidas que han hecho de la política internacional una farsa trágica y de la simples dignidad el mejor objetivo de la irrisión absoluta. Verdaderamente el mundo, a pesar del desolador espectáculo que nos ofrece todos los días, no merece un Bush. Lo hemos tenido, lo sufrimos hasta tal punto que la victoria de Barack Obama ha sido considerada por mucha gente como una especie de justicia divina. Tardía, como en general es la justicia, pero definitiva. Pero todavía nos faltaba el golpe final, nos faltaban esos zapatos que un periodista de la televisión iraquí lanzó sobre la mentirosa y descarada fachada que tenía enfrente y que pueden ser entendidos de dos formas: o esos zapatos deberían tener unos pies dentro y el objetivo del golpe sería la parte curva del cuerpo donde la espalda cambia de nombre, o entonces Mutazem al Kaidi (quede su nombre para la posteridad) encontró la manera más contundente y eficaz de expresar su desprecio. El ridículo. Um par de puntapiés tampoco estarían mal, pero el ridículo es para siempre. Voto por el ridículo.

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