Hablo de un cambio que induzca a las personas a pensar que esto no es suficiente para vivir como seres humanos. No puede ser. Si nos convertimos en personas que sólo atienden sus propios intereses, vamos a convertirnos en fieras contra fieras. Por otra parte, esto es lo que está sucediendo."La literatura no cambia el mundo", O Globo, Río de Janeiro, 14 de agosto de 1999
Deberíamos pensar que cada conquista del progreso no puede ir en contra de las vidas humanas. No hace muchos años se hablaba del progreso científico y del moral. Se decía que había que desarrollar uno sin dejar el otro atrás. No sé muy bien qué se entiende por progreso moral. Pero si lo llamáramos respeto humano, quizá pudiéramos resolver el problema que plantea el progreso científico. El progreso beneficia sólo a una minoría.
“Escritores ante el III milenio (I). José Saramago: ‘El progreso beneficiará sólo a una minoría”, El Mundo, Madrid, 3 de enero de 2000
Quizás la historia del hombre sea un largísimo movimiento que nos lleve a la humanización. Quizás no seamos más que hipótesis de humanidad y quizás se puede llegar a un día, y esto es la utopía máxima, en que el ser humano respete al ser humano. Para llegar a eso se escribió el Ensayo sobre la ceguera, para preguntarme a mí mismo y a los lectores si podemos seguir viviendo como estamos viviendo y si no hay una forma más humana de vivir que no sea la crueldad, la tortura y la humillación, que suele ser el pan desgraciado de cada día.“Escribí para saber si hay una forma más humana de vivir que no sea la crueldad”, La Voz de Lanzarote, Lanzarote, 25 de junio de 1996
Ni la historia ha llegado a su fin, ni se han acabado las revoluciones. Mi optimismo se contenta con estas certezas. El resto son dudas. ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Dónde? Eso no lo sé, pero sucederá.“Soy un grito de dolor e indignación”, ABC (Suplemento El Semanal), Madrid, 7-13 de enero de 2001
Después de milenios de civilizaciones y culturas, los deberes humanos se encuentran inscritos en las conciencias, incluso cuando aparentamos ignorarlos o despreciarlos. No hay que escribir una Carta de los Deberes Humanos, hay que apelar a las conciencias libres para que la manifiesten y la asuman.“Soy un grito de dolor e indignación”, ABC (Suplemento El Semanal), Madrid, 7-13 de enero de 2001
Los derechos humanos… ¿cuántos se cumplen?, ¿por qué no se cumplen?, ¿de quién es la responsabilidad de no cumplirlos? La batalla que vale la pena en el siglo que entra es la batalla por los derechos humanos, y la tendencia es a perderla si no reaccionamos a tiempo […] Hay una incompatibilidad radical entre globalización económica y derechos humanos.“Saramago y la lucha por los derechos humanos”, Revista In Formación, Madrid, nº 8, julio de 2000
Hay un problema ético grave que no parece que estemos en camino de resolver: Tras la Segunda Guerra Mundial se discutía en Europa acerca del progreso tecnológico y el progreso moral, si ambos podían avanzar de forma paralela. No ha sido así, por el contrario, el progreso tecnológico se disparó hasta alturas inconcebibles y el llamado progreso moral dejó de ser, pura y simplemente, progreso y entró en regresión.11 de octubre de 2008, Expresso (Portugal)
El mundo necesita una forma distinta de entender las relaciones humanas y eso es lo que llamo la insurrección ética. Uno tiene que plantearse: ¿Qué estoy haciendo yo en este mundo? La idea del respeto al otro como parte de la propia conciencia, podría cambiar algo en el mundo.
“Antes el burócrata típico era un pobre diablo, hoy registra todo”, La Nación, Buenos Aires, 13 de diciembre de 2000
Yo creo que estamos necesitados, efectivamente, de una insurrección […] Sí, una insurrección, una insurrección ética, pero no en el sentido corriente, moralizador, porque en el fondo sería ir a lo mismo. Pero yo diría una ética de la responsabilidad.“Saramago entre nosotros”, Magna Terra, Guatemala, nº 8, marzo-abril de 2001
No ha sido la economía portuguesa a lo largo de los siglos la que mentalmente hizo de mí lo que soy; ha sido esa idea de Dios, de un Dios particular que creó la Tierra y los cielos, el ser humano, Adán y Eva, después Jesús, la Iglesia, los ángeles, los santos y después la Inquisición.Juan Arias, José Saramago: El amor posible, Barcelona, Planeta, 1998