No son sólo las pequeñas librerías las que están llegando a su final, es todo el pequeño comercio. ¿Qué se quiere?, ¿que la gente se solidarice con el pequeño comercio? No, la gente va a sus intereses, y si lo encuentra todo en el centro comercial, compra en el centro comercial. Hay algo que no se dice, y es que en el centro comercial no hace falta hablar, al contrario que en las tiendas, uno coge lo que necesita, paga y se va. Hay que asumir que hay cosas que ya no son necesarias, y el mundo no puede convertirse en un museo. El problema no está tanto en la existencia del centro comercial; todo está en el desplazamiento del poder. Son las multinacionales las que mandan y los centros comerciales son puntos de implantación de un sistema económico, el nuestro. Lo que se plantea es qué tipo de vida queremos. El único lugar público seguro que existe es el centro comercial, como antes lo era el parque, la calle, la plaza. No añoro otros tiempos, pero para entender el presente hay que referirse al pasado. El centro comercial es la nueva catedral y la nueva universidad: ocupa el espacio de formación de la mentalidad humana. Los centros comerciales son un símbolo. No tengo nada contra ellos, de lo que estoy en contra es de una forma de ser, de un espíritu casi autista de consumidores obsesionados por la posesión de cosas. Es aterradora la cantidad de cosas inútiles que se fabrican y se venden, y las Navidades son una ocasión estupenda para comprobarlo.“José Saramago: ‘La globalización es el nuevo totalitarismo",
Época, Madrid, 21 de enero de 2001
José Saramago en sus palabras