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Otros Cuadernos de Saramago

Otros Cuadernos de Saramago

31 Oct, 2011

"Claraboya" XXXI

Pero no quería atarse porque, entonces, sería confesar la inutilidad en la que vivía. ¿Qué había ganado haciendo un rodeo tan largo para, al final, llegar al camino que seguían otros y que absolutamente no deseaba? “Me querían casado, fútil y tributable?”, se preguntó Fernando Pessoa. “¿Es esto lo que la vida quiere de todo el mundo?”, se preguntó Abel.
30 Oct, 2011

"Claraboya" XXX

Me ha llamado pesimista – prosiguió Abel – y me ha acusado de ayudar con mi pesimismo a quienes quieren el desamor entre los hombres. No le quitaré la razón. Pero mire que su actitud, meramente pasiva como es, tan poco ayuda, porque, casi siempre, esos a quienes se refiere usan el lenguaje del amor. Las mismas palabras, las de usted y las de ellos, anuncian o esconden objetivos diferentes.
29 Oct, 2011

"Claraboya" XXIX

No todo lo que parece, es, no todo lo que es, lo parece. Pero entre el ser y el parecer hay siempre un punto de entendimiento, como si ser y parecer fueran dos planos inclinados que convergen y se unen. Hay un declive, la posibilidad de escurrirse por él, y, si así sucede, se llega al punto en que, al mismo tiempo, se contacta con el ser y el parecer.
28 Oct, 2011

"Claraboya" XXVIII

No tenga miedo. Sólo quiero decir que lo que cada uno de nosotros tenga que ser en la vida, no lo será por las palabras que oye ni por los consejos que recibe. Tendremos que albergar en la propia carne la cicatriz que nos trasforma en verdaderos hombres. Luego, es la acción...
27 Oct, 2011

"Claraboya" XXVII

El valor le desfallecía. Cuando iba a atravesar el umbral de la puerta para no volver más, algo le retenía. De su casa huyó el amor. No odiaba a la mujer, pero estaba fatigado de infelicidad. Todo tiene un límite: puede soportarse la infelicidad hasta aquí, pero no hasta allí. Y, sin embargo, no partía.
26 Oct, 2011

"Claraboya" XXVI

Siguiendo en el aire el movimiento envolvente del humo que subía, Abel oía las historias que le contaban la cómoda y la mesa, las sillas y el espejo. Y también las cortinas de la ventana. No eran historias con principio, medio y fin, sino un fluir dulce de imágenes, el lenguaje de las formas y de los colores que dejan una impresión de paz y serenidad.
25 Oct, 2011

"Claraboya" XXV

!Solo esta! Carmen tuvo ganas de llorar. En ese momento vio que estaba esperando carta de Manolo, no solo de él, pero sobre todo de él. Y la carta no llegaba. Con una lentitud que intrigó al cartero, cerró la puerta. !Qué locura la suya! !No lo había pensado bien! No debía estar en sus cabales cuando le escribió al primo! Ocupada con estos pensamientos se olvidó que tenía en las manos la carta de la madre. Sintió en los dedos, de súbito, el contacto con el papel. Murmuró en gallego- Miña mai...
24 Oct, 2011

"Claraboya" XXIV

Pero no salió de casa. Se le metió en la cabeza la idea de que era el responsable de la recaída, porque solo después de haberle dicho aquellas palabras la enfermedad se agravó. Su presencia era como una penitencia, inútil como todas las penitencias y apenas comprensible porque era voluntaria.
23 Oct, 2011

"Claraboya" XXIII

De todas las mujeres, solo detestaba una: la suya. Justina era, para él, un ser asexuado, sin necesidades ni deseos. Cuando ella, en la cama, en un movimiento casual, le rozaba, se apartaba con repugnancia, incómodo por la delgadez, por los huesos agudos, por la piel excesivamente seca, casi apergaminada. "Esto no es una mujer, es una momia", pensaba.

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