24 Oct, 2011
"Claraboya" XXIV
Pero no salió de casa. Se le metió en la cabeza la idea de que era el responsable de la recaída, porque solo después de haberle dicho aquellas palabras la enfermedad se agravó. Su presencia era como una penitencia, inútil como todas las penitencias y apenas comprensible porque era voluntaria.