13 Oct, 2011
"Claraboya" XIII
Caetano no miraba el retrato. No fue, por tanto, por influencia de la sonrisa de la hija por lo que él sonrió. Ni la sonrisa del retrato se parecía a la suya, La del retrato era franca y alegre y si incomodaba era solo por la fijeza. La sonrisa de Caetano era lúbrica, casi repugnante. Cuando los adultos sonríen de este modo no deberían estar presentes las sonrisas de los niños, incluso las sonrisas fotografiadas.