28 Sep, 2009
Formentor
El hombre propone, pero son las circunstancias las que disponen. Después de tantos meses saboreando anticipadamente el proyectado encuentro en Mallorca, la reunión con amigos, el debate anunciado, he aquí que las razones de una salud que necesita ser vigiada acabaron desaconsejando el viaje: las ya citadas circunstancias y casualidades determinaron que algunos exámenes que debo hacer coincidiesen con las fechas del encuentro. Paciencia. Habrá otros Formentor y en algunos de ellos estaré.
Estas palabras van dirigidas a todos los participantes del encuentro, conferenciantes y público. Expresan mi pesar por la forzada ausencia, pero, al mismo tiempo, quieren dar testimonio de la importancia de la continuidad de Formentor, tanto por las obligaciones contraídas en el pasado como por las esperanzas que su regreso traerá a la definición de nuevas estrategias en la acción cultural. El espíritu libre de Formentor de los años 60 debe ser revivificado, y este es el momento exacto para hacerlo. Todos sentimos que ha llegado la hora de levantar otra vez la palabra para promover la reflexión libre y, que no se escandalicen los oídos castos, la justa disidencia. De eso se trata: disentir es uno de los dos derechos que le faltan a la Declaración de Derechos Humanos. El otro es el derecho a la herejía. Los participantes del “viejo” Formentor, entre ellos, además de a Carlos Barral, quiero recordar a mi colega José Cardoso Pires, lo sabían, todo su empeño se orientaba hacía una necesaria desmitificación de conceptos y en aclarar la función social del escritor, con independencia de lazos ideológicos o de partido. Hablemos claro y nos entenderemos los unos a los otros.
A todos les mando un saludo, amigos y desconocidos, a Perfecto Cuadrado, que por ahí está, y también a mis compañeros de mesa (y algo más) Basílio Baltasar, gracias, querido Basílio, y a Juan Goytisolo, a quien quiero dejar expresos en esta breve declaración todo mi respeto y toda mi admiración.
Estas palabras van dirigidas a todos los participantes del encuentro, conferenciantes y público. Expresan mi pesar por la forzada ausencia, pero, al mismo tiempo, quieren dar testimonio de la importancia de la continuidad de Formentor, tanto por las obligaciones contraídas en el pasado como por las esperanzas que su regreso traerá a la definición de nuevas estrategias en la acción cultural. El espíritu libre de Formentor de los años 60 debe ser revivificado, y este es el momento exacto para hacerlo. Todos sentimos que ha llegado la hora de levantar otra vez la palabra para promover la reflexión libre y, que no se escandalicen los oídos castos, la justa disidencia. De eso se trata: disentir es uno de los dos derechos que le faltan a la Declaración de Derechos Humanos. El otro es el derecho a la herejía. Los participantes del “viejo” Formentor, entre ellos, además de a Carlos Barral, quiero recordar a mi colega José Cardoso Pires, lo sabían, todo su empeño se orientaba hacía una necesaria desmitificación de conceptos y en aclarar la función social del escritor, con independencia de lazos ideológicos o de partido. Hablemos claro y nos entenderemos los unos a los otros.
A todos les mando un saludo, amigos y desconocidos, a Perfecto Cuadrado, que por ahí está, y también a mis compañeros de mesa (y algo más) Basílio Baltasar, gracias, querido Basílio, y a Juan Goytisolo, a quien quiero dejar expresos en esta breve declaración todo mi respeto y toda mi admiración.