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Otros Cuadernos de Saramago

Otros Cuadernos de Saramago

05 Feb, 2009

Sampaio

Me ha gustado verlo. Es el mismo hombre, sobrio, inteligente, sensible. Hace veinte años estivemos juntos haciendo campaña para las elecciones municipales que entonces iban a celebrarse y que ganamos, él para el ejercicio innovador y competente da su función de alcalde de Lisboa, yo para el desempeño poco afortunado del cargo de presidente de una Asamblea Municipal de la que no quiero acordarme. Recorrimos encorajadamente calles, plazas y mercados de Lisboa pidiendo votos, incluso cuando, creo que por pudor, no lo hacíamos explícitamente. Como ya he dicho, ganamos, pero quien de verdad ganó fue la ciudad de Lisboa que pude reverse con orgullo en su máximo representante municipal. Después lo tuvimos como presidente de la República durante dos mandatos en los que dejó la marca de una personalidad nacida para el diálogo civilizado, para la búsqueda libre de consensos, sin nunca olvidar que la política, o es servicio de la comunidad, servicio leal y coherente, o acaba convirtiéndose en mero instrumento de intereses personales y partidarios no siempre limpios. Hemos quedado para vernos con tiempo y sin prisas, promesa mutua que espero ver cabalmente cumplida en el futuro, pese a su dedicación a la Alianza de las Civilizaciones, de la que es Alto Representante. Con Jorge Sampaio no existen palabras falsas, podemos fiarnos de lo que dice porque es el retrato de lo que piensa.[caption id="attachment_850" align="aligncenter" width="450" caption="José Saramago y Jorge Sampaio en un acto de la campaña de 1989"]saramago_sampaio_lisboa[/caption]
05 Feb, 2009

Adolf Heichmann

Al comienzos de la década de los 60, cuando trabajaba en una editorial de Lisboa, publiqué un libro con el título de Seis millones de muertos en que se relataba la acción de Adolf Eichmann como principal ejecutor de la operación de exterminio de judíos (seis millones fueron) llevada a cabo de modo sistemático, casi científico, en los campos de concentración nazis. Crítico como he sido siempre con los abusos y represiones ejercidas por Israel sobre el pueblo palestino, mi principal argumento para esa condena es y sigue siendo de orden moral: los inenarrables sufrimientos infligidos a los judíos a lo largo de la Historia y, sobre todo, en el marco de la llamada “solución final”, deberían ser para los israelíes de hoy (desde los últimos sesenta años para mayor exactitud) la mejor de las razones para no imitar en tierra palestina a sus verdugos. De lo que Israel necesita realmente es de una revolución moral. Firme en esta convicción nunca he negado el Holocausto, solamente me he permitido extender esa noción a los vejámenes, a las humillaciones, a las violencias de todo tipo a que el pueblo palestino ha estado sometido. Es mi derecho y los actos se encargan de irme dando la razón.Soy un escritor libre que se expresa tan libremente como la organización del mundo que tenemos lo permite. No dispongo de tanta información sobre este asunto como la que está al alcance del papa y de la Iglesia Católica en general, lo que conozco de estas materias desde el principio de los años 60 me basta. Me parece por tanto altamente reprobable el comportamiento ambiguo del Vaticano en toda esta cuestión de los obispos de obediencia Lefebvre, primero excomulgados y ahora limpios de pecado por decisión papal. Ratzinger nunca ha sido persona de mis simpatías intelectuales. Lo veo como alguien que se esfuerza por disimular y ocultar lo que efectivamente piensa. En miembros de la Iglesia no es procedimiento raro, pero a un papa hasta un ateo como yo tiene derecho de exigirle un comportamiento frontal, coherencia y consistencia crítica. Y auto-crítica.