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Otros Cuadernos de Saramago

Otros Cuadernos de Saramago

Yo soy una persona pacífica, sin demagogia ni estrategia. Digo exactamente lo que pienso. Y lo hago en forma sencilla, sin retórica. La gente que se reúne para escucharme sabe que, con independencia de si coincide o no con lo que pienso, soy honesto, que no trato de captar ni de convencer a nadie. Parece que la honestidad no se usa mucho en los tiempos actuales. Ellos vienen, escuchan y se van contentos como quien tiene necesidad de un vaso de agua fresca y la encuentra allí. Yo no tengo ninguna idea de lo que voy a decir cuando estoy frente a la gente. Pero siempre digo lo que pienso. Nadie podrá decir nunca que le he engañado. La gente tiene necesidad de que le hablen con honestidad.José Saramago, 2003José Saramago en sus palabras
12 Nov, 2010

Una amalgama

Para mí, lo importante sería que las culturas de Europa se conocieran hasta el último detalle, que hubiese una corriente cultural continua pasando de país en país, cuando lo que se está haciendo es una amalgama que diluirá las diferencias para hacer algo que tiene un patrón. ¿Cuál es ese patrón? Nadie me responde nunca a esa pregunta.“José Saramago, un discurso solitario”, La Vanguardia, Barcelona, 13 de octubre de 1987José Saramago en sus palabras

Si miramos las cosas de cerca, a lo mejor llegaríamos a la conclusión de que las palabras intentan decir lo que hemos pensado o sentido, pero hay motivos para sospechar que, por mucho que busquen, no llegarán a enunciar nunca esa cosa extraña, rara y misteriosa que es un sentimiento.“Las palabras ocultan la incapacidad de sentir”, ABC (Suplemento ABC Literario), Madrid, 9 de agosto de 1996José Saramago en sus palabras

Nunca oiremos a nadie decir que está decepcionado con el capitalismo. ¿Por qué? Porque el capitalismo no promete nada. Sin embargo, como el socialismo es una ideología repleta de promesas también lo está llena de decepciones.“Hay que volver al compromiso: el escritor tiene que decir quién es y qué piensa”, Faro de Vigo, Vigo, 19 de noviembre de 1994José Saramago en sus palabras
05 Nov, 2010

Hasta el límite

Habiendo nacido para trabajar, sería un contratiempo que abusaran del descanso. La mejor máquina es siempre la más capaz de trabajo continuo, con la lubrificación mínima y suficiente para no quedar trabada, alimentada sin excesos, si es posible en el límite económico de la simple subsistencia, pero sobre todo de sustitución fácil si se avería o envejece, los depósitos de esta chatarra se llaman cementerios, o bien se sienta la máquina en el portal, toda ella herrumbrosa y gimiente, a ver pasar, qué, nada, mirando sólo sus manos tristísimos, quién me vio y quién me ve.449-450Levantado del suelo, Alfaguara, 2007, pp. 449-450

La pregunta que todos deberíamos hacernos es: ¿Qué he hecho yo si nada ha cambiado? Deberíamos vivir más en el desasosiego. El mañana no ocurrirá si no cambiamos el hoy. Como se cuenta en La caverna, todo lo que llevamos a cuestas en la vida son vísperas y todas esas vísperas, incuyendo la desesperanza y la desilusión, son las que influyen en el mañana. Hay que hacer el trabajo todos los días con las manos, la cabeza, la sensibilidad, con todo.“Antes el burócrata típico era un pobre diablo, hoy registra todo”, La Nación, Buenos Aires, 13 de diciembre de 2000José Saramago en sus palabras
03 Nov, 2010

No es el escritor

No es el escritor, si usted me pregunta a mí, quién es el que está interviniendo en Chiapas con los Sin Tierra o con los presos de La Tablada o en África. Yo le diría: “Sí, yo soy escritor, pero quien está intentando intervenir en todo eso es una persona que se llama José Saramago”. Que esa persona sea escritor y que, por el hecho de ser escritor, lo que hace como ciudadano sea más importante para los demás ¡pues, estupendo! Allí radica el compromiso del ciudadano que yo soy.“Entrevista a José Saramago”, Biblioteca Nacional de Argentina-Sala virtual de lectura, Buenos Aires, 12 de diciembre de 2000José Saramago en sus palabras

El destino de las revoluciones es convertirse en su opuesto. Las revoluciones acaban siempre traicionadas por una razón sencilla: por la renuncia de los ciudadanos a participar […] La enfermedad mortal de las democracias es la renuncia del ciudadano a participar. Los primeros responsables somos nosotros al delegar el poder en otra persona que, a partir de ese momento, pasa a controlarlo y usarlo […].Andrés Sorel, José Saramago. Una mirada triste y lúcida, Madrid, Algaba Ediciones, 2007José Saramago en sus palabras

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