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Otros Cuadernos de Saramago

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16 Jun, 2009

Netanyahu

Habló simplemente porque no podía continuar callado. Colocado contra la pared por el presidente de Estados Unidos, el primer ministro israelí se avino, por fin, a admitir la creación de un Estado palestino. No llegó más lejos. O sí, exigió que ese futuro Estado (¿lo habrá alguna vez?) no tenga ejército y que su espacio aéreo sea controlado por Israel. Es decir, nuevas formas de mantener a los palestinos en la situación de minoría política a la que la opresión judía los forzó a vivir. Sin embargo, el otro punto esencial de la posición de Barack Obama, el de los asentamientos y de los colonos, no le mereció a Netanyahu ni una palabra. Ora bien, todo el mundo sabe que Cisjordania, en teoría espacio “nacional” del pueblo palestino, está cubierto de asentamientos, unos “legales” (o sea, autorizados y construidos por el gobierno de Tel-Aviv), otros “ilegales” (ésos a los que el mismo gobierno les hace la vista gorda). En el total son más de 200 asentamientos y en ellos viven medio millón de colonos, que hoy, a todas luces, se presentan como el mayor obstáculo para la paz, además de para el reconocimiento del derecho de los palestinos a tener un Estado independiente y viable. Ya lo dijo antes nada menos que Bush padre cuando hizo ver a Israel que querer hablar al mismo tiempo de paz y asentamientos era una contradicción insalvable. De esto parecía ser consciente el ex-primero ministro Ehud Olmert que en declaraciones al jornal Haaretz en Noviembre de 2007 dijo que si no se llegase rápidamente a una solución con dos Estados, “el Estado de Israel estaría acabado”. No hizo nada para que la cuestión se resolviera, pero las palabras ahí quedan. Ellas ayudan a comprender hasta donde los colonos siempre han sido la espada de Damocles suspendida sobre los gobiernos israelíes y ahora, con más razones, sobre la cabeza de Netanayhau. Creo que Israel vive bajo el miedo de tener que volver a la diáspora, a la dispersión por el mundo que parece ser su destino. A mí no me alegra nada, pero habría que ver qué pasaba si los judíos de Israel tuvieran los gobiernos de que la paz necesita. Denle las vueltas que quieran, la respuesta es negativa.