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Otros Cuadernos de Saramago

Otros Cuadernos de Saramago

11 Mar, 2009

Sentido común

Los medios de comunicación de todo el mundo han publicado la noticia: Obama proclama el fin de las trabas ideológicas para avanzar en la investigación de enfermedades que son auténticos martirios para seres humanos. Unos destacan la decisión del Presidente Obama de basar las decisiones científicas en la ciencia, en informes de científicos avalados por sus credenciales y experiencia, y no por su afiliación política o ideología. Palabra más o palabra menos, Obama considera que suprimir o alterar descubrimientos o conclusiones científicas o tecnológicas basándose en sus ideas o creencias es pecar contra la honestidad. Para otros, sin embargo, el pecado es investigar con células madres, por eso el diario del vaticano, L'Osservatore Romano, enseguida recordó que el reconocimiento de la dignidad personal debe ser extendido a todas las fases de la existencia del ser humano, signifique eso lo que signifique, mientras los obispos de Estados Unidos decían que era una triste victoria de la política sobre la ciencia y la ética, y esto ya definitivamente no sabemos qué significa, porque habría que jugar con variables como dogmas, fe, misterios, mucho para esta hora.Pero ya que estamos en ambiente celosamente religioso, he de confesar que lo que me hubiera gustado leer hoy eran las manifestaciones de alegría de la legión de personas afectadas por enfermedades como el alzhéimer, el párkinson o la diabetes. Y de los entornos de los afectados. Qué gran día para ellos, que gran día para el sentido común.
09 Mar, 2009

Douro-Duero

Hace treinta años, cuando todavía uno era un joven y por ventura prometedor escritor a punto de convertirse en sexagenario, andaba por tierras de Miranda do Douro donde comenzaba la inolvidable aventura que acabaría siendo la preparación y la elaboración del libro Viaje a Portugal. No era casual este título. Con él pretendía que el lector, nada más empezar la primera página, comprendiese que de eso se trataba, de un viaje a alguna parte, precisamente a Portugal. Para reforzar en mi propio espíritu esa idea salí del país por Monção y, durante una semana, anduve por Galicia y León hasta que, ya con ojos limpios de las imágenes de costumbre, avancé hacia el descubrimiento de la tierra en que nací. Recuerdo haber parado en medio del puente que une las dos márgenes del río, de un lado, Douro, del otro, Duero, y haber buscado en vano, o fingir que buscaba, la línea de frontera que, pareciendo separar, al final une los dos países. Pensé entonces que una buena manera de comenzar el libro sería glosar el famoso Sermón de Santo Antonio a los Peces del Padre Antonio Vieira, dirigiéndome a los peces que nadan en las aguas del Douro y preguntarles de qué lado se sentían ellos, expresión tal vez demasiado obvia de un ingenuo sueño de amistad, de compañerismo, de mutua colaboración entre Portugal y España. No cayó en saco roto la utópica propuesta. En ese mismo lugar del río, rodeados por el agua común, acaban de reunirse los representantes de 175 municipios de la ribera de un lado y de otro para debatir sobre la creación de una agrupación capaz de coordinar acciones de desarrollo y definir planes viables de futuro. Tal vez ninguno de los presentes haya leído mi versión del sermón del Padre Antonio Vieira, pero el espíritu del lugar andaba llamándolos desde hace treinta años, y ellos han ido. Bienvenidos todos.
09 Mar, 2009

8 de Marzo

Acabo de ver en los informativos de televisión manifestaciones de mujeres en todo el mundo y me pregunto una vez más qué desgraciado mundo es éste en que todavía la mitad de la población tiene que salir a la calle para reivindicar lo que para todos ya debería ser obvio...

Me llegan informes oficiales de solemnes instituciones que dicen que por el mismo trabajo la mujer cobra el 16 por ciento menos, y seguramente esta cifra estará maquillada para evitar la vergüenza de una diferencia aún mayor. Dicen que los consejos de administración funcionan mejor si están integrados por mujeres pero los gobiernos no se atreven a recomendar que el cuarenta por ciento, no ya el cincuenta, esté integrado por mujeres, aunque cuando llega el colapso, como en Islandia, llaman a mujeres para dirigir la vida pública y la banca. Dicen que para evitar la corrupción en la organización del tráfico en Lima van a poner guardias mujeres, porque se ha comprobado que ni se dejan sobornar ni piden coimas. Sabemos que la sociedad no funcionaría sin el trabajo de las mujeres que sin la conversación de las mujeres, escribí hace tiempo, el planeta se saldría de su órbita, ni la casa ni quienes la habitan tendrían la calidad humana que las mujeres ponen mientras los hombres pasan sin ver, o viendo no se dan cuenta de que esto es cosa de dos y que el modelo masculino ya no sirve.

Sigo viendo manifestaciones de mujeres en la calle. Ellas saben lo que quieren, es decir, no ser humilladas, cosificadas, despreciadas, asesinadas. Quieren ser medidas por su trabajo y no por lo accidental de cada día.
Dicen que mis mejores personajes son mujeres y creo que tienen razón. A veces pienso que las mujeres que he descrito son propuestas que yo mismo querría seguir. Quizá sean sólo ejemplos, quizá no existan, pero de algo estoy seguro: con ellas el caos no se habría instalado en este mundo porque siempre han conocido la dimensión de lo humano.
06 Mar, 2009

Reparar otra vez

En conversación, ayer, con Luis Vázquez, amigo de los más allegados y curador de mis achaques, hablamos de la película de Fernando Meirelles, ahora estrenada en Madrid, aunque no pudimos asistir, Pilar y yo, como pretendíamos, porque un súbito enfriamiento me obligó a recogerme en el lecho, o a guardar cama, como elegantemente se decía en tiempos no muy distantes. La conversación comenzó girando en torno a las reacciones del público durante la exhibición y al final, altamente positivas según Luis y otros testigos fidedignos y merecedores de todo crédito que nos han hecho llegar sus impresiones. Pasamos después, naturalmente, a hablar del libro y Luis me pidió que examinásemos el epígrafe que lo abre (“Si puedes mirar, ve, si puedes ver, repara”) porque, en su opinión, la acción de ver prevalece sobre la acción de mirar y, por tanto, la referencia a mirar podría ser omitida sin prejuicio del sentido de la frase. No pude dejar de darle razón, pero entendí que debería haber otras razones a considerar, por ejemplo, el hecho de que el proceso de visión pase por tres tiempos, consecuentes pero de alguna manera autónomos, que se pueden traducir así: se puede mirar y no ver, se puede ver y no reparar, de acuerdo con el grado de atención que pongamos en cada una de estas acciones. Es conocida la reacción de la persona que, habiendo consultado su reloj de pulsera, vuelve a consultarlo si, en ese mismo momento, alguien le pregunta las horas. Entonces fue cuando se hizo luz en mi cabeza sobre el origen primero del famoso epígrafe. Cuando era pequeño, la palabra reparar, suponiendo que ya la conociera, no sería para mí un objeto de primera necesidad hasta que un día un tío mío (creo que fue el tal Francisco Dinis de quien hablé en Las pequeñas memorias) me llamó la atención sobre una cierta manera de mirar de los toros que casi siempre, lo comprobé después, se acompaña por una cierta manera de levantar la cabeza. Mi tío decía: “Te ha mirado, cuando te miró, te vio, y ahora es diferente, es otra cosa, está reparando”. Esto es lo que le conté a Luis, que inmediatamente me dio la razón, no tanto, supongo, porque lo hubiera convencido, sino porque la memoria lo hizo recordar una situación semejante. También un toro que lo miraba, también ese gesto con la cabeza, también ese mirar que no era simplemente ver, sino reparar. Estábamos finalmente de acuerdo.

04 Mar, 2009

Reparar

Si puedes mirar, ve.Si puedes ver, repara.Escribí esto para Ensayo sobre la ceguera hace ya unos buenos años. Hoy, cuando se estrena en España la película basada en esa novela, me he encontrado con la frase en las bolsas de la libraría Ocho y medio y en la contracubierta del libro de Fernando Meireles "Diario de Rodaje" que la misma librería-editorial ha editado con primor. A veces digo que con leer los epígrafes de mis novelas ya se sabe todo. Hoy, no sé por qué, viendo éste, yo mismo he tenido una súbita percepción, la de la urgencia de reparar, de combatir la ceguera. ¿Será por haberlo visto escrito en un libro distinto al que le corresponde? ¿O será porque este nuestro mundo necesita combatir las sombras? No sé. Pero si puedes ver, repara.
02 Mar, 2009

Elecciones

Como siempre, unos ganaron, otros perdieron. Estas campañas electorales son monótonas, reiterativas y, tal vez su pecado mayor, previsibles. Lo son aquí y en todas partes. Contados los votos, unos ríen, otros lloran. Los triunfadores son generosos, agradecen a todo el mundo, los derrotados también, aunque el dolor les frene la efusión retórica. No le agradecen a Deus porque dejó de usarse, pero le besarán la mano al obispo en la primera ocasión. En cuanto a los electores, esos ya van dándole poca importancia a las promesas. Queda todo para la campaña siguiente, cuando se airee nuevamente la bandera y, cada vez con menos ánimo, se intente renovar la esperanza. Así vamos andando y, a partir de ahora, a la espera do Godot, es decir, de Obama. Vamos a ver cuanto tiempo dura la botella de oxígeno.
01 Mar, 2009

Gonçalo M. Tavares

La nueva generación de novelistas portugueses, me refiero a los que están ahora entre los 30 y los 40 años de edad, tiene en Gonçalo M. Tavares a uno de sus exponentes más cualificados y originales. Autor de una obra sorprendentemente extensa, fruto, en gran parte, de un profundo y minucioso trabajo escondido de la curiosidad del mundo, el autor de O Sr. Valéry, un pequeño libro que estuvo durante muchos meses en mi mesilla de noche, irrumpió en la escena literaria portuguesa armado de una imaginación totalmente inusual y rompiendo todos los lazos con los datos del imaginario corriente, además de ser dueño de un lenguaje muy propio, en que la osadía va de brazo dado con el vernáculo, de tal manera que no será exageración decir, sin ningún desdoro para los excelentes novelistas jóvenes de cuyo talento disfrutamos actualmente, que en la producción novelística nacional hay un antes y un después de Gonçalo M. Tavares. Creo que es el mejor elogio que puedo hacerle. Le vaticiné el Premio Nobel para de aquí a treinta años, o incluso antes, y pienso que voy a acertar. Solo lamento no poder darle un abrazo de felicitaciones cuando eso suceda.

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