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Otros Cuadernos de Saramago

Otros Cuadernos de Saramago

11 Feb, 2009

Decimos

Decimos a los confusos, Conócete a ti mismo, como si conocerse a sí mismo no fuese la quinta y más difícil operación de las aritméticas humanas, decimos a los abúlicos, Querer es poder, como si las realidades atroces del mundo no se divirtieran invirtiendo todos los días la posición relativa de los verbos, decimos a los indecisos, Comenzar por el principio, como si ese principio fuese la punta siempre visible de un hilo mal enrollado del que bastase tirar y seguir tirando hasta llegar a la otra punta, la del final, y como si, entre la primera y la última, hubiéramos tenido siempre en las manos un hilo firme y continuo del que no ha sido necesario deshacer nudos ni desenredar marañas, cosa imposible que suceda en la vida de los ovillos, y, si se nos permite otra frase de efecto, en los ovillos de la vida.
10 Feb, 2009

Ateos

Enfrentémonos a los hechos. Hace años (muchos ya), el famoso teólogo suizo Hans Küng escribió esta verdad: “Las religiones nunca han servido para aproximar a los seres humanos los unos a los otros”. Jamás se dijo nada tan verdadero. Aquí no se niega (seria absurdo pensarlo) el derecho que cada uno tiene de adoptar la religión que más le apetezca, desde las más conocidas a las menos frecuentadas, seguir sus preceptos o dogmas (cuando los haya), ni siquiera se cuestiona el recurso a la fe como justificación suprema y, por definición (como demasiado bien sabemos), cerrada al raciocinio más elemental. Es posible que la fe mueva montañas, no hay información de que tal haya sucedido alguna vez, pero eso no prueba nada, dado que Deus nunca ha estado dispuesto a experimentar sus poderes en ese tipo de operación geológica. Lo que sí sabemos es que las religiones no sólo no aproximan a los seres humanos, sino que viven, las religiones, en estado de permanente enemistad mutua, pese a todas las arengas pseudo ecuménicas que las conveniencias de unos y otros consideren provechosas por ocasionales y pasajeras razones tácticas. Las cosas son así desde que el mundo es mundo y no se ve ningún indicio de que vayan a cambiar. Salvo la obvia idea de que el planeta sería mucho más pacífico si todos fuésemos ateos. Claro que, siendo la naturaleza humana lo que es, no nos faltarían otros motivos para todos los desacuerdos posibles e imaginables, pero nos libertaríamos de esa idea infantil y ridícula de creer que nuestro dios es el mejor de los demás dioses que andan por ahí y de que el paraíso que nos espera es un hotel de cinco estrellas. Es más, creo que reinventaríamos la filosofía.
09 Feb, 2009

Sigifredo

Sigifredo López es el nombre de un diputado colombiano secuestrado durante siete años por las FARC y que acaba de recuperar la libertad gracias, entre otros, al valor y la persistencia de la senadora Piedad Córdoba, principal dirigente del movimiento social y humanitario “Colombianos por la paz”. Gracias a una circunstancia que parecía imposible que se produjera, Sigifredo López, que formaba parte de un grupo de once diputados secuestrados, de los cuales diez fueron, no hace mucho tiempo, asesinados por la organización terrorista, pudo escapar a la masacre. Ahora está libre. En la conferencia de prensa realizada en Cali tras la liberación, entendió que debía manifestar su gratitud a Piedad Córdoba en términos que conmovieron al mundo. Aquí nos llegaron esas palabras y esas imágenes estremecedoras. Nunca he podido alardear de firmeza emocional. Lloro con facilidad, y no por culpa de la edad. Pero esta vez me vi obligado a romper en sollozos cuando Sigifredo, para expresar su infinita gratitud a Piedad Córdoba, la comparó con la mujer del médico de Ensayo sobre la ceguera. Pónganse en mi lugar, miles de kilómetros me separaban de aquellas imágenes y de aquellas palabras y el pobre de mí, deshecho en lágrimas, no tuvo otro remedio que refugiarse en el hombro de Pilar y dejarlas correr. Toda mi existencia de hombre y de escritor queda justificada por ese momento. Gracias, Sigifredo.[youtube=http://www.youtube.com/watch?v=tS_czRNc95I]
08 Feb, 2009

Vaticanadas

O vaticanerías. No consigo ver a los señores cardenales y a los señores obispos trajeados con un lujo que escandalizaría al pobre Jesús de Nazaret, apenas cubierto con su túnica de pésimo paño, por muy inconsútil que fuera y seguramente no lo era, sin recordar el delirante desfile de moda eclesiástica que Fellini, genialmente, colocó en Ocho y Medio para su y nuestro disfrute. Estos señores se suponen investidos de un poder que sólo nuestra paciencia ha hecho perdurar. Se dicen representantes de Deus en la tierra (nunca lo han visto y no tienen la menor prueba de su existencia) y se pasean por el mundo sudando hipocresía por todos los poros. Tal vez no mientan siempre, pero cada palabra que dicen o escriben lleva por detrás otra pegada que la niega o limita, que la disimula o pervierte. A esto ya muchos más o menos nos habíamos habituado antes de pasar a la indiferencia, cuando no al desprecio. Se dice que la asistencia a los actos religiosos va disminuyendo rápidamente, pero me permito apuntar que también es menor el número de personas que, aun no siendo creyentes, entran en una iglesia para disfrutar de la belleza arquitectónica, de las pinturas y esculturas, de todo ese escenario que la falsedad de la doctrina que lo sustenta al final no merece.Los señores cardenales y los señores obispos, incluyendo obviamente al papa que los gobierna, no están nada tranquilos. Pese a vivir como parásitos de la sociedad civil, las cuentas no les salen. Ante el lento aunque implacable hundimiento de este Titanic que es la iglesia católica, el papa y sus acólitos, nostálgicos del tiempo en que imperaban, en criminal complicidad, el trono y el altar, recurren ahora a todos los medios, incluyendo el chantaje moral, para inmiscuirse en la gobernación de los países, en especial aquellos que, por razones históricas y sociales, todavía no han osado cortar las amarras que sieguen atándolos a la institución vaticana. Me entristece ese temor (¿religioso?) que parece paralizar al gobierno español siempre que tiene que enfrentarse no sólo a enviados papales, sino también a los “papas” domésticos. Y digo todavía más: como persona, como intelectual, como ciudadano, me ofende la displicencia con que el papa y su gente trata al gobierno de Rodríguez Zapatero, ese que el pueblo español eligió con entera conciencia. Por lo visto, parece que alguien tendrá que tirarle un zapato a uno de esos cardenales.
05 Feb, 2009

Sampaio

Me ha gustado verlo. Es el mismo hombre, sobrio, inteligente, sensible. Hace veinte años estivemos juntos haciendo campaña para las elecciones municipales que entonces iban a celebrarse y que ganamos, él para el ejercicio innovador y competente da su función de alcalde de Lisboa, yo para el desempeño poco afortunado del cargo de presidente de una Asamblea Municipal de la que no quiero acordarme. Recorrimos encorajadamente calles, plazas y mercados de Lisboa pidiendo votos, incluso cuando, creo que por pudor, no lo hacíamos explícitamente. Como ya he dicho, ganamos, pero quien de verdad ganó fue la ciudad de Lisboa que pude reverse con orgullo en su máximo representante municipal. Después lo tuvimos como presidente de la República durante dos mandatos en los que dejó la marca de una personalidad nacida para el diálogo civilizado, para la búsqueda libre de consensos, sin nunca olvidar que la política, o es servicio de la comunidad, servicio leal y coherente, o acaba convirtiéndose en mero instrumento de intereses personales y partidarios no siempre limpios. Hemos quedado para vernos con tiempo y sin prisas, promesa mutua que espero ver cabalmente cumplida en el futuro, pese a su dedicación a la Alianza de las Civilizaciones, de la que es Alto Representante. Con Jorge Sampaio no existen palabras falsas, podemos fiarnos de lo que dice porque es el retrato de lo que piensa.[caption id="attachment_850" align="aligncenter" width="450" caption="José Saramago y Jorge Sampaio en un acto de la campaña de 1989"]saramago_sampaio_lisboa[/caption]
05 Feb, 2009

Adolf Heichmann

Al comienzos de la década de los 60, cuando trabajaba en una editorial de Lisboa, publiqué un libro con el título de Seis millones de muertos en que se relataba la acción de Adolf Eichmann como principal ejecutor de la operación de exterminio de judíos (seis millones fueron) llevada a cabo de modo sistemático, casi científico, en los campos de concentración nazis. Crítico como he sido siempre con los abusos y represiones ejercidas por Israel sobre el pueblo palestino, mi principal argumento para esa condena es y sigue siendo de orden moral: los inenarrables sufrimientos infligidos a los judíos a lo largo de la Historia y, sobre todo, en el marco de la llamada “solución final”, deberían ser para los israelíes de hoy (desde los últimos sesenta años para mayor exactitud) la mejor de las razones para no imitar en tierra palestina a sus verdugos. De lo que Israel necesita realmente es de una revolución moral. Firme en esta convicción nunca he negado el Holocausto, solamente me he permitido extender esa noción a los vejámenes, a las humillaciones, a las violencias de todo tipo a que el pueblo palestino ha estado sometido. Es mi derecho y los actos se encargan de irme dando la razón.Soy un escritor libre que se expresa tan libremente como la organización del mundo que tenemos lo permite. No dispongo de tanta información sobre este asunto como la que está al alcance del papa y de la Iglesia Católica en general, lo que conozco de estas materias desde el principio de los años 60 me basta. Me parece por tanto altamente reprobable el comportamiento ambiguo del Vaticano en toda esta cuestión de los obispos de obediencia Lefebvre, primero excomulgados y ahora limpios de pecado por decisión papal. Ratzinger nunca ha sido persona de mis simpatías intelectuales. Lo veo como alguien que se esfuerza por disimular y ocultar lo que efectivamente piensa. En miembros de la Iglesia no es procedimiento raro, pero a un papa hasta un ateo como yo tiene derecho de exigirle un comportamiento frontal, coherencia y consistencia crítica. Y auto-crítica.
04 Feb, 2009

Banqueros

¿Qué hacer con estos banqueros? Se cuenta que en los primordios de la banca, allá por los siglos XVI y XVII, los banqueros, por lo menos en Europa central, eran por lo general calvinistas, gente con un código moral exigente que, durante cierto tiempo, tuvo el loable escrúpulo de aplicarlo a su profesión. Tiempo que sería breve, visto el infinito poder corruptor del dinero. En fin, la banca mudó mucho y siempre para peor. Ahora, en plena crisis económica y del sistema financiero mundial, comenzamos a tener la incómoda sensación de que quien saldrá mejor parado de la tormenta serán precisamente los señores banqueros. En todas partes, los gobiernos, siguiendo la lógica del absurdo, corrieron a salvar la banca de los apuros de los que, en grande parte, había sido responsable. Millones de millones han salido de las arcas de los Estados (o del bolsillo de los contribuyentes) para reflotar a centenares de grandes bancos, de manera que puedan retomar una de sus principales funciones, la crediticia. Parece que hay señales graves de que los banqueros se crecieron, considerando abusivamente que ese dinero, por estar en sus manos, les pertenecía, y, como si esto no fuera suficiente, reaccionan con frialdad a la presión de los gobiernos para que se ponga rápidamente en circulación, única manera de salvar de la quiebra a miles de empresas y del desempleo a millones de trabajadores. Está claro que los banqueros no son personas de confianza, la prueba es la facilidad con que muerden la mano de quien les da de comer.
03 Feb, 2009

Davos

He leído qua la reunión de Davos este año no ha sido precisamente un éxito. Ha faltado mucha gente, la sombra de la crisis heló sin piedad las sonrisas, los debates no tuvieron interés real, tal vez porque nadie sabía bien qué decir, temiendo que los hechos concretos del día siguiente pusieran en ridículo los análisis y las propuestas con tanto esfuerzo engendradas para corresponder, aunque fuera por mera casualidad, las más que modestas expectativas creadas. Sobre todo se habla mucho de una inquietante falta de ideas, hasta se ha llegado a admitir que el “espíritu de Davos” ha muerto. Personalmente nunca he visto que sobrevolara por allí un “espíritu”, o algo más o menos merecedor de esa designación. En cuanto a la alegada falta de ideas, me sorprende que sólo ahora se haya hecho esa referencia, puesto que ideas, lo que, con todo el respeto, llamamos ideas, nunca salió de allí ni una que sirviera de muestra. Davos ha sido durante treinta años la academia neocon por excelencia y, por lo que puedo recordar, no se oyó ni una sola voz en el paradisíaco hotel suizo que apuntara los caminos peligrosos que el sistema financiero y la economía venían transitando. Cuando ya se estaban sembrando vientos nadie quiso ver que se acercaban las tempestades. Y ahora nos dicen que no hay ideas. Vamos a ver si surgen cuando el pensamiento único ya no tiene más mentiras que ofrecernos.
01 Feb, 2009

Pan

¿Habrá leído el dignísimo fiscal de Badalona Los Miserables de Víctor Hugo, o pertenece a esa parte de la humanidad que cree que la vida se aprende en los códigos? La pregunta obviamente es retórica y, si la hago, es sólo para facilitar la entrada en la materia. Así, el lector ilustrado sabe desde ya que el tal fiscal podría ser, con entera justicia, una de las figuras que Víctor Hugo plantó en su libro, la del acusador público. El protagonista de la historia, Jean Valjean (¿le suena este nombre, señor fiscal?), fue acusado de haber robado (y de hecho había robado) un pan, crimen que le costó casi una vida de reclusión dadas las sucesivas condenas motivadas por las repetidas tentativas de fuga, más logradas unas que otras. Jean Valjean sufría de una enfermedad que ataca mucho a la población reclusa, el ansia de libertad. El libro es enorme, de esos de los que hoy se dice que le sobran páginas, y seguramente no le interesará al señor fiscal que con probabilidad ya no está en edad de leerlo: Los Miserables es lectura de juventud, después llega el cinismo y son pocos los adultos que tienen paciencia para interesarse por la miseria y por las desventuras de Jean Valjean. Pese a todo, también puede suceder que yo esté equivocado: tal vez el señor fiscal haya leído Los Miserables… Si es así, permítame una pregunta: ¿como osa (si el verbo le parece demasiado fuerte que use cualquiera de los equivalentes) pedir un año y medio de prisión para el mendigo que en Badalona intentó robar una “baguette”, y digo intentó porque sólo consiguió llevarse la mitad? ¿Cómo lo hace? ¿Será porque, en vez de un cerebro, tiene en su cráneo, como único mobiliario, un código? Acláremelo, por favor, para que comience a preparar mi defensa por si alguna vez me tengo que enfrentar a un ejemplar da su especie.

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